Mi introducción al ultraciclismo (Parte 2)
En esta crónica, os voy a contar cómo fue la segunda parte de la prueba de La Cabra (Primera Parte), en esta segunda parte es de donde más aprendizajes he obtenido para mis siguientes pruebas, al final, resumiré estos aprendizajes.
Los momentos más duros…
53 km +1400 m
Tras el avituallamiento en Arnes, en el que relleno toda el agua posible, como todo lo que me pide el cuerpo, y aprovecho para reponer de nuevo las sales perdidas. Reviso mi hoja de ruta y sé que viene el tramo más difícil, pero fue más complicado de lo que me imaginaba…
Comienza saliendo de la localidad, por lo que me parece el centro de ella, el cual, es precioso. Una vez fuera, comenzamos por terreno de grava, con algún sube-baja pero plano en general. Unos 9-10 kms después llegaría a Beceite, en mi hoja de ruta tenía planteado parar, pero me encuentro muy bien tras el avituallamiento de Arnes y decido continuar.
Tras salir de la localidad ya empiezo a ver carteles en los que pone Formenta, que era el siguiente puerto duro que tocaba en la ruta y para el que había estado guardando la mayor cantidad de energía. En esta parte, y antes de empezar la subida en sí, me empiezo a dar cuenta en alguno de los repechos, que mi bici tiene dificultad para cambiar al último piñón. Esto, sin duda, me iba a condicionar para el puerto que tocaba.
Tras unos 5 km, comenzaría mi infierno personal, el puerto son 10 km al 8 % de media, pero esta media tiene trampa porque consistiría en una primera subida de ~2 kms, una zona de bajada de unos 2 kms y luego otra vez ~5 kms de subida, toda ella, por terreno de grava con algo de piedras. Comienzo las primeras rampas, en este punto empiezo encima de la bici cerca de 1 km, pero sigo teniendo el problema con el desarrollo, lo que me hace empezar a forzar las rodillas y las energías. Más o menos aguanto hasta darme cuenta de que no tiene sentido forzarme y que esto afecte a no terminar la carrera, con lo que, al llegar a una zona con 18-19 % de pendiente, decido bajarme de la bici y empujarla. Subo esta primera parte del puerto así y aprovecho esos 2 kms de bajada para volver a subirme a la bici e intentar cambiar a ese último piñón.
Una vez terminada esta bajada, se me ocurre lubricar un poco la cadena a ver si de esta manera puedo arreglar el problema, y para mi sorpresa, consigo que entre ese último piñón. Comienza esa segunda parte del puerto, ahora voy algo más “cómodo” pero ya en las primeras rampas me doy cuenta, que los kilómetros que llevo en las piernas también se notan. Me peleo un poco mentalmente porque quiero subir el puerto encima de la bici, pero supero ese orgullo, y decido hacer lo que queda del puerto entre empujar la bici y subirme a ella. Este último tramo de puerto es un poco más largo y alternando el subirme a la bici, e ir andando con ella, termino llegando a la cima 45 minutos después.
Al llegar arriba, realizo un pequeño avituallamiento con lo que llevo encima y reviso que hora es, en este punto ya me doy cuenta de que tengo que decidir si me quedo a dormir en Tortosa, tras la bajada del Mont Caro, o tiro directamente hasta el final y llegar antes de media noche. Pero me doy cuenta tras el avituallamiento y parar un poco, que las piernas están mucho mejor y que tienen fuerzas para continuar, entonces mi decisión es posponer la estrategia hasta llegar al siguiente avituallamiento, que es previo a la subida al Mont Caro.
El camino hasta el avituallamiento, es un sube y baja continuo, en este caso con más tramos de bajada que de subida, por zonas muy bonitas con pinos gigantes que hacen que en algún punto baje la temperatura y no entre un rayo de Sol. Tras unos 20 km, llegó al refugio del Mont Caro, donde me espera el avituallamiento y dónde decido la estrategia para lo que queda de carrera.
Última subida y a disfrutar
40 km +340 m
En el avituallamiento, renuevo las fuerzas comiendo un plátano, tomando sales, comiendo frutos secos y de paso, repongo lo que llevo en las mochilas por si acaso.
Como dije más arriba, en este punto, me tenía que plantear cuál iba a ser mi estrategia… Si iba a dormir en Tortosa o tirar hasta el final. Me quedaba la última subida dura al Mont Caro, pero sabía que el resto era una bajada larga y luego llano por todo el Delta del Ebro. Comenzaba a anochecer y ahí estaban mis dudas, tras preguntar un poco cómo era la bajada, decidí que iba a ir hasta el final si en la subida me veía que estaba con fuerzas.
Así que con esto en mente, salgo del avituallamiento, listo para la subida que venía.
Camino de encarar la subida, de repente, me vienen unos escalofríos terribles… Llevaba una chaqueta, pero la capa más interior estaba sudada, unido a que ya se había ido el Sol, fue un momento incómodo en el que mi cabeza intentó sabotearme diciendo que parase.
Duro poco, ya que empecé la subida y todo mi cuerpo empezó a entrar en calor. Seguía teniendo los problemas mecánicos y una molestia leve en la rodilla, pero me di cuenta de que era el momento que podía apretar, era esa subida y después “disfrutar” (entre comillas porque seguían siendo 50 km más, aunque fuese una bajada larga y todo llano).
Con todo esto en mente, solo me centré en cada golpe al pedal y, sinceramente, subir casi con luna llena, la vista de todo el parque natural a un lado y el mar al otro… ¡Impagable! Una vez en la cima, fui al mirador donde me senté un rato a disfrutar de la vista, mientras comía algo y me ponía otras capas para encarar la bajada y evitar el frío.
La bajada me la tomé con mucha tranquilidad y atención, pendiente de tomar cada curva bien y no joder la prueba en ese momento. Como a la mitad de la bajada, otra cagada por mi parte, iba tan enfocado en la ruta que no había revisado la batería del Garmin… Me toca parar en la cuneta, y con la luz de la bici buscar la batería portátil y el cable (gracias a todos aquellos que pararon a preguntar si todo estaba bien).
Tras este parón, continuo y hasta llegar a Tortosa, en ella me sorprende de nuevo cruzar el Ebro por un puente enorme, y comienzo a coger la vía verde que me llevaría al penúltimo avituallamiento. Paró en él porque me apetece unos donuts y también aprovecho para hablar otro rato con la gente que está en él.
Cuando me subo de nuevo en la bici, me doy cuenta de que quedan 26 km, queda poco para que se acabe la prueba y, mentalmente, solo pienso en llegar a meta y en disfrutar en el Delta.
Al poco de salir del avituallamiento, se acaba la vía verde y comienza un camino de tierra, que va paralelo a una acequia (o lo que parecía por la noche), en este punto me habían avisado del viento, pero en el momento en el que yo pasé no corría nada.
Me pegó (y se pegan) un susto con algunos patos, ya que no los veo, pero de repente los oigo. En uno de estos sustos, miro a lo lejos y reconozco el rótulo que tenía mi hotel, me digo, “ya estoy cerca” y de repente, me vienen unas energías que no sé de donde salieron. Empiezo a apretar los pedales y los 10 últimos kilómetros por el Delta y la llegada a L’Ampolla se me pasan muy rápido.
Llego a la meta y de repente, veo que a las 11 de la noche, me estaba esperando mi amigo Dani, con el que había ido a la prueba, casi no me salían las palabras para recoger la medalla, ¡no toco ni la campana!, todo era pura emoción.
Tras dejar la bici, voy a comerme unos trozos de pizzas mientras hablo con mi amigo, en ese momento realmente me doy cuenta de que estoy en la meta, y que he acabado mi primera prueba de ultraciclismo tras 16 horas sobre la bici.
Aprendizajes
- Ir cargando el Garmin y fijándome en la batería, antes de perder la luz del Sol.
- Recargar siempre todo el agua posible.
- No subestimar nunca una subida fiándome de Garmin.
- Llegado a un punto, ya no tiran las piernas sino la cabeza, es muy importante el diálogo interno.
- Con peso en la bicicleta, no está de más, tener el mayor desarrollo posible. Hace que las rodillas sufran mucho menos.
Fotos extraídas de https://sbhotelslagarba.com/es/