Ruta en Gravel a San Agustín
Salida desde Tres Cantos
Hoy os traigo una aventura corta en Gravel por el norte de Madrid que, a pesar de su longitud y tiempo, dio lugar a muchas anécdotas. La ruta es circular, comienza y termina en la localidad de Tres Cantos, específicamente en la estación de cercanías.
Al final del artículo os dejo un enlace a la ruta en Komoot. Si sois de Madrid, os la recomiendo al 100%, ya que apenas te encuentras con personas y el paisaje transmite mucha paz, lo que ayuda a escapar del caos de Madrid durante unas horas.
Comenzamos en la estación de Cercanías de Tres Cantos y nos dirigimos hacia el carril bici de Colmenar Viejo. Recorremos unos pocos kilómetros en él y luego giramos a la derecha para adentrarnos en los caminos del Canal de Isabel II.
Caminos del Canal
En este punto, entramos en terreno gravel, con un poco de todo: pista rota, grava, carretera mal asfaltada y con aspecto de estar en desuso. La ruta por estos caminos es un continuo sube y baja, por senderos sinuosos que bordean pequeñas colinas. Durante el recorrido, se pueden ver acueductos, aún en uso por parte del Canal de Isabel II, los cuales están bien conservados y cuentan con carteles con su nombre.
En estos tramos hasta llegar a San Agustín, ocurren las dos primeras anécdotas de la ruta. La primera es encontrarnos con un ave rapaz (no me pidáis que especifique el tipo, no soy biólogo 😂) volando cerca de nuestra cara, claramente en busca de presas. Y la segunda es encontrarnos con un rebaño bastante grande de vacas y sus terneros, que nos observan como nunca antes, como si nos quisieran decir "¿qué coño hacéis aquí?".
Después de disfrutar y desconectar en la naturaleza durante unos 20 km, llegamos a San Agustín de Guadalix.
Después de San Agustín
Una vez cruzado el pueblo de San Agustín, comenzamos por un camino de tierra un poco arenoso, pero después de las lluvias de los últimos días en Madrid, está bastante compacto.
A pocos kilómetros nos encontramos con un problema: tenemos que cruzar un arroyo que normalmente no lleva agua, pero las lluvias han provocado que tenga cierto caudal. Tras revisar el track, nos damos cuenta de que la única opción es un puente roto. Aprovechamos la presencia de una persona para preguntarle y nos confirma que tendremos que mojarnos los pies. Así que decidimos quitarnos las botas y los calcetines para cruzar descalzos. El agua está helada, pero nos ayuda a que la sangre fluya por nuestros pies. No somos los únicos, ya que una compañera ciclista tuvo que hacer lo mismo en la dirección opuesta a la nuestra. Aprovechamos también para conversar un rato sobre si íbamos en la dirección correcta y la ruta que ella tenía planeada.
Después de este "spa", continuamos la ruta y comenzamos un tramo por una dehesa hasta llegar al Soto de Viñuelas. En este tramo, te da la sensación de no estar en Madrid, sino en alguna dehesa de Extremadura o Córdoba. Solo faltaban los cerdos ibéricos.
En el Soto de Viñuelas, atravesamos un tramo con grandes rocas, que evitamos utilizando un pequeño camino en el lateral. Después de este tramo, el camino es continuo sube y baja hasta que finalmente llegamos de nuevo a Tres Cantos.
Una vez terminada la ruta, buscamos algún lugar donde tomar algo, especialmente un delicioso pincho de tortilla que nos sabe a gloria, tanto por lo bueno que está como por la sensación de haber terminado la ruta de la forma que se merece.